El síndrome de Horner en gatos suele manifestarse con anisocoria, es decir: con una pupila más dilatada que otra. En realidad, no es una enfermedad que se produzca en el mismo ojo sino en los canales nerviosos.
Imagínate que su cerebro está lleno de cables que tienen que conectar bien para que todo funcione correctamente. Si dos no conectan bien, ocurrirá un problema. En este caso que la dilatación de la pupila no sea la correcta, apareciendo el síndrome de Horner.
Hay varios motivos por los que el síndrome de Horner puede aparecer en un gato, pero no están claros, por eso a veces se determina que el origen de su aparición es desconocido.
Si ahondamos en el origen del síndrome de Horner: un daño neurológico, podemos pensar que el motivo es por un traumatismo o por una infección. Un golpe fuerte puede provocar esta ‘descolocación’ de los cables del cerebro, y también una infección que llega desde el oído.
Sí, aunque parezca muy del Doctor House, una infección en el oído de tu gato sin curar y dejando que evolucione, puede provocar la anisocoria de sus pupilas, advirtiendo de un posible síndrome de Horner.
Además de la anisocoria, el síndrome de Horner puede presentarse con otros problemas en los ojos en función de lo dañado que esté su sistema nervioso:
Por fortuna, el síndrome de Horner tiene cura. Lo más normal es que le aparezca porque se ha dado un golpe cayendo desde una gran altura, por lo que tras diagnosticarlo correctamente le aplicarán tratamientos paliativos.
Sin embargo, a veces el síndrome de Horner es un síntoma de otra enfermedad peor, por lo que hay que buscar el motivo por el que una infección llegó al sistema nervioso central, tratar esta cuestión y curar.
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